domingo, 28 de agosto de 2011

Muerte. No me temas, déjate llevar por las idas y vueltas aunque el cuerpo no responda.

Miedo. No pienses en mi, que no existo, soy sólo un reflejo de aquello que aún no conoces.

El personaje. ¿Que hacer con la sensación de dejar el cuerpo atrás?
¿Porqué, si sano soy, y puro es mi corazón, me suceden semejantes tragedias?
¿Que desean ustedes, seres del más allá, de mi ridícula existencia?

Dios. Deseamos que estés entre nosotros, que seas parte de mi.

El personaje. ¿Y quién eres tú que deseas nuestra unión? He escuchado tus llamados, y tu voz vacila al susurrarme al oído, lo que de amor disfrazas es sólo farsa, un dibujo del Edén, no es amor. Nada existe, sólo yo.

Miedo. Déjate llevar por los músculos dormidos.

Muerte. Tu espíritu busca retornar al hogar.

El personaje. Basta de bellas frases, de versos y rimas, no hay tal cosa como las emociones, o el sentir, mareado he quedado de tanto buscar. Todo se encapsula con sello y nombre, acá hay paz, aunque falsa, prefiero correr la vista hacia lo dorado del Sol.
No quiero escucharlos más, abandonen toda empresa, no visiten mis sueños, ni me ataquen con sus lánguidas armas. Quiero vivir en paz, harto me encuentro de tales delirios. Aten venda a mis ojos, y que permitido me sea vivir en la ilusión, sin rozar los límites del conocimiento. Más allá de ellos están ustedes, sobre todo el Miedo, que con su mandato domina al resto. No quiero sufrir más. ¿Qué lógica llevan ustedes, que cuando luz pedí me dieron más oscuridad? Sencillez busco como aquel desinteresado que eterno se cree. Harto estoy de las personas, que no aman, a las cuales abrí mi corazón, ¡También a los desconocidos!. Los trate como hermanos que son, contemplé la magia detrás de sus opacos ojos, y luz les di hasta el cansancio. ¿Donde ha quedado aquel destello que les proveí? lo han desperdiciado en odio y maltrato.

Dios. No escucharás más mi voz.

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